martes, 5 de junio de 2012

Métodos y aliados para animar a los bebes a hablar

visto por para mamás y papás en
new born baby zone

La edad a la que los niños empiezan a emitir palabras está distribuida en un amplio rango de tiempo que puede iniciarse desde los 6 meses de vida con los primeros balbuceos. "Para todos los padres resulta un momento conmovedor, lleno de emoción y alegría cuando  sus bebés comienzan a decir con claridad sus primeras palabras. Para nosotros no fue tan sencillo. Tuvimos que esperar poco más de cuatro años para poder escuchar a nuestro pequeño hablar. La razón: él no quería hacerlo”.




Para Alicia Albornoz, hace un año, conversar de forma fluida con José Alejandro, su hijo que hoy cuenta con cinco años de edad, resultaba todo un periplo. Desde que era un bebé, el niño recurrió a las señas y balbuceos para comunicarse con su entorno. Sus padres pensaban que sufría de trastornos en el aparato fonador y/o auditivo.
“Hasta mediados de 2011 era hijo único y nieto único de mis papás y  mis suegros. Él no tenía que esforzarse con el habla en lo más mínimo para pedir y obtener cosas. Bastaba un berrinche y un poco de llanto para obtener a señas lo que él quería. Era un cómodo empedernido”.
Esta contadora relató que cuando José tenía 3 años pronunciaba muy pocas palabras, al compararlo con otros niñosde su edad, y le costaba comunicarse y darse a entender.
“En un chequeo rutinario con su pediatra me recomendó que lo llevara a terapia de lenguaje. Al principio rechacé la sugerencia, pero con el tiempo me di cuenta de que conforme él crecía tenía más problemas, principalmente en el preescolar. Al final lo llevé y hoy parece un ‘lorito pisado por la cola’”, expresó entre risas Albornoz.    
“Voz” especializada   
Para Laura Adjunta, licenciada en Psicología y magister en Foniatría, la edad a la que los niños empiezan a emitir palabras está distribuida en un amplio rango de tiempo que puede iniciarse desde los 6 meses de vida con los primeros balbuceos que imitan el sonido de la “P” y la “M”,  producto de la imitación de quienes le hablan diariamente.
“Es una edad de total apego y atención de sus padres. De hecho, cuando el niño mira a su interlocutor mientras habla, no sólo lo escucha, sino que además observa la gesticulación y detalla movimientos de labios, boca, lengua y cejas. Este proceso se desarrolla, en condiciones normales, entre  los 9-12 meses, cuando inician  sus  primeras palabras: ‘papa’. ‘mamá’ y ‘agua’, entre otras”.
La especialista, quien además es presidenta de la Fundación para el Entendimiento Integral del Asperger-Autismo (Fupenia, con sede en Anzoátegui), dijo que a partir del segundo año de vida  la práctica diaria los lleva a  juntar palabras: “Mamá agua” o “Papá tete”.
“Entre los 3 y 4  años ya debería existir un repertorio de palabras, frases y oraciones complejas, a menos que haya un impedimento de tipo físico. Yo insto a los padres a no preocuparse y a seguir sus instintos: si ellos sienten que hay algo malo, de seguro así será”.
- ¿Existe algún peligro de deformación del lenguaje si se les habla “mingoneado”?
-Ja ja ja. Para muchos padres este tipo de conducta de hablarle “chiquito” a sus hijos es irresistible, pero transcurridos los primeros cuatro años de vida no es conveniente este tipo de actitud. Hay que ayudarlos, hablarles claro,  completo y sin simplificaciones.
-¿La escolaridad temprana es un factor que impulsa a los pequeños a hablar?
-No necesariamente. Hay casos de niños que no están escolarizados y su desarrollo de palabras y oraciones es excelente. Los colegios  y las guarderías ayudan más en aspectos de tipo social y de conducta. Una condición  no está necesariamente ligada a la otra.
La foniatra explicó  que en ocasiones muchos bebés necesitan un “empujoncito” para comenzar a hablar y algunos padres requieren  ayuda.  “Lo importante es saber que hay especialistas para atenderlos”.

Ayude a su niño
Ejercite los movimientos de los órganos que intervienen en la fonación. Piensa en la succión, la deglución, la masticación, la absorción, el soplo, etc. Se pueden utilizar recursos como mandar besos, soplar pitillos en agua, silbatos, flautas, inflar globos, hacer gárgaras, jugar con expresiones faciales (risa, susto, llanto, sorpresa).
El niño imitará los movimientos ejecutados muy lentamente e irá tomando conciencia de los órganos que está entrenando. Utilice palabras cortas para dirigirse al niño. De una o dos sílabas, como “ven“ y “toma”, de una manera clara y exagerando la entonación e ir aumentando gradualmente el número de palabras para ampliar su vocabulario.    
Use frases sencillas y cortas para facilitar su entendimiento. La utilización de las frases debe seguirse de una demostración para que al bebé le sea más fácil identificar su contenido. Por tanto, es preciso que sean cortas, sencillas, y asociadas a las acciones como por ejemplo, “mamá baña al bebé“, “bebé toma leche“, etc.    
Anímele a pedir verbalmente lo que desee. Para estimular el lenguaje de su bebé, evite dar por sentado que entiende la actitud gestual de su hijo. Así, su pequeño se esforzará para decirle las cosas que necesita comunicar.    
Estimule la expresión espontánea del lenguaje.  Háblele el mayor tiempo posible y aproveche cualquier circunstancia cotidiana para hacerlo, por ejemplo  durante visitas al parque o al supermercado, etc.    
Use preguntas con distintas respuestas. Utilice preguntas que no sólo generen respuestas afirmativas o negativas (sí o no), sino que favorezcan la elección y denominación de las cosas.
Sirva de estímulo    
Laura Adjunta, psicóloga y magíster en Foniatría, explicó que los padres son los principales estimuladores del lenguaje de los bebés. “Si como papá o mamá notamos que el niño es no abandona, por comodidad, sus balbuceos y le da paso a las palabras, debemos convertir el aprendizaje en un juego que le cree esa necesidad de comunicación”. La especialista, quien además e la presidenta de la Fundación para el Entendimiento Integral del Asperger-Autismo  (Fupenia) relató que hay una serie de ejercicios sencillos (canciones, cuentos y adivinanzas) estimular la expresión espontánea del lenguaje.

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